En el caso de la novela gráfica cabe la posibilidad de que realidad y ficción sean caricaturizadas con la misma credibilidad, por lo que siempre habrá ocasiones en las que nos quede la duda sobre el exiguo límite entre una y otra.
Pero lo que si forma parte de la realidad del perito es que la calidad y conclusión de un informe pende del material documental disponible. lo que no se corresponde necesariamente con el material que recibimos.
Esto quiere decir que en ocasiones, el cliente quiere cerciorarse sobre la veracidad de un documento, pero en otras, ya la conoce y prefiere sacrificar la calidad y verdad por una conclusión que le satisfaga.
Por tanto, a juzgar por la sorpresa que se llevó el protagonista de nuestra historia, parece que no se planteó la dicotomía entre el bolsillo y la ética, pues aunque nos debamos al cliente y a la verdad, el perito también se acaba haciendo un favor a sí mismo al no exponerse a falsear un informe y a mentir en sala. Todo ello sin tener en cuenta las penas que le serían impuestas.