Sabiendo que la capacidad de entendimiento o comprensión entre emisor y destinatario se debe al conocimiento común del sistema de signos o código, comprenderemos que el mensaje es la información emitida a través de dicha reglamentación de señales gráficas.
Estos y otros factores intervinientes en el acto de la comunicación son reconocibles en cualquiera de sus formas, pero en el mundo de la publicidad, al código escrito (cuando no existe radiodifusión) se le añade la particularidad del efecto amplificador entre el público como fin último, mediante puestas en escena, sintonías o frases, que en su conjunto crean una imagen con la que es relacionado el producto.
De hecho, nuestro análisis no se basará en el estudio del sentido de frases, o de marcas, sino que se analizará la tipografía empleada en relación al público al que está dirigido.
Para ello, hemos contado con un tipo de publicidad que de una u otra forma emule la fórmula manuscrita.
Esta escritura denota la seguridad en el trabajo, la unidad y la constancia como el camino a seguir en pos de una esencia solidaria con los demás. Un espíritu gregario en el que se subliman las aspiraciones propias del individuo en favor del bien común.
Por otro lado, aunque la escritura encarne el ideal colaborativo como “imprescindible”, en ningún momento se intentan ocultar los problemas que puedan surgir en su búsqueda, así como la pulsión innegablemente emotiva del grafismo.
Aunque también se trate de una escritura caligráfica personalizada, la única característica en común con el anuncio anterior es el predominio de la emotividad y de la energía que impulsa hacia el “futuro”, pero por lo demás encontramos que el hipotético escribiente goza de una espontaneidad e individualismo que se antepone a la corriente uniformadora del anuncio anterior.
El sano sentido práctico e independencia de criterio que se hacen acreedores de un espíritu innovador y dinámico, son también ideas que el diseñador nos quiere hacer llegar con este mensaje en conjunción con la morfologia del escrito.
Contrastando con los análisis anteriores, presentamos este nuevo reclamo en el que llama la atención la ausencia de la escritura personalizada, así como una remarcada independencia de criterios.
De hecho, detalles como el soporte o los diferentes útiles escriturales empleados, muestran al individuo oculto en una colectividad sin normas definidas, reclamando para si el derecho salirse a orden establecido.
Los dos primeros que se caracterizan por los personalismos han sido redactados en primera persona del plural.
En el último reclamo se empleó una escritura propia de un anónimo al tiempo que el sentido de la frase orbita sobre el posesivo “mi” liberándose de las ataduras y convencionalismos reinantes.
Este tipo de letra denota la intuición y falta de pragmatismo, lo que puede explicar la desembocadura hacia un sentido estético y creativo. Todo ello, junto al poder de seducción de la que hace gala el grafismo, constituyen un importante reclamo para la promoción de lugares y productos de esparcimiento y fantasía.
Para todo ello, es fundamental la elaboración de una versión atractiva de la firma en la destaquen los rasgos suaves, graciosos y originales implantados en el grafismo por Hank.
Porter, (dibujante de la compañía desde 1935 a 1950 y auténtico diseñador del logotipo) porque el estampado de Walt Disney es menos legible, y su trazado más complejo poseedor de ciertas descompensaciones propias de un manuscrito espontaneo tienen mayor riqueza analítica.
De modo que, confrontamos los hechos de que mientras los creativos tienen la habilidad de sacar a relucir unas características, los grafólogos descubre aquellas que se ocultan detrás de la personalidad, así cabe la posibilidad de que el diseño y la escritura compartan ciertos significantes y significados (curvaturas, angulosidades, bucles, etc) al igual que en los test proyectivos.